sábado, 9 de mayo de 2015

La fantasía y el papel mediador en los Milagros de Nuestra Señora y el Libro del Buen Amor




He de decir que la primera vez que tuve en mis manos Los milagros de Nuestra Señora pensé que leerlo me iba a suponer un reto bastante difícil, debido a mi crítica posición con la religión. Aún así, a medida que iba leyendo los milagros, me iba fascinando cada vez más la forma tan compleja y culta en la que Berceo escribía la obra. Está claro que tenemos que marcar la diferencia con El libro del buen amor, ya que Juan Ruiz nos presenta una serie de episodios de diversos temas contados de una manera, unas veces desesperada, y otras veces satírica. Sin duda, mi elección se decanta por Los milagros, una obra que gracias a su estructura hilvanada supera en creces a la obra de Juan Ruiz.

Me ha llamado especialmente la atención la figura mediadora en las dos obras, que, a pesar de ser dos mujeres distintas, las dos muestran una clara misión: solucionar el problema de aquél que lo necesita. En los Milagros, nos encontramos a una Virgen superior a nosotros e inferior a Dios, lo que la hace mucho más humana. Vemos que incluso muestra celos cuando se va a celebrar la boda de uno de sus fieles en «La boda y la virgen». También la vemos en «De cómmo una abadessa fue preñada» ayudando a una monja que acaba de dar a luz y no quiere que las demás monjas se enteren de lo sucedido, mandando a un ángel que lleva al niño con un ermitaño. Mi interpretación de esto es que, santidad mariana aparte, la Virgen ayuda a la abadesa porque ella también sabe lo que significa ser madre, por lo que la identificación humana se acentúa. A pesar de esto, la Virgen ayuda a sus fieles, algunas veces solicitando también la ayuda de su hijo y otras veces directamente. La otra figura mediadora la encontramos en la obra del Arcipreste. Trotaconventos supone un personaje importantísimo en la literatura medieval, ya que podríamos considerarla como la ''tatarabuela'' de la Celestina, la célebre alcahueta de Fernando de Rojas. Sin embargo, y a pesar de la clase social baja, la hechicería y la alcahuetería son características comunes de las dos, existen ciertas diferencias: mientras que Celestina es uno de los personajes principales de la obra de Rojas, en el Libro de Buen Amor doña Urraca tiene un protagonismo menos importante para el transcurso de la obra. Además, Celestina utiliza su verbo para persuadir a sus clientes y manipularlos, sintiéndose orgullosa de su personalidad y su oficio. Aunque la Trotaconventos también se siente orgullosa de su oficio, quizá sea más ''buena persona'' al tener cuidado con lo que habla. Podemos pues, establecer una diferencia entre los dos personajes femeninos de las dos obras aquí reseñadas: mientras que la Virgen en los Milagros interfiere en la vida de sus fieles porque ellos la aman, Trotaconventos interfiere en la vida del Arcipreste para evitarle el desamor. Aunque tanto desamor le lleva a pensar que el único ''buen amor'' es el amor a Dios, por lo que aquí las dos obras se relacionan: el amor espiritual es, por lo tanto, el único válido (todas las cosas llevan a Dios).

En los Milagros observé que hay muchos elementos de fantasía, cosa que hoy en día puede creerse o no, ya que estoy hablando de ángeles, demonios...Sin embargo, la fantasía en el LDBA se plantea mediante fábulas. Una persona puede creer que en la vida real que los ángeles y los demonios existen, pero nunca llegará a creer que un animal habla o que alguna vez existió una batalla entre don Carnal y doña Cuaresma, cada uno con su ejército de animales bien entrados en carne y vegetales, respectivamente. Vemos que Berceo juega con el significado del fuego, ya que en la obra representa el mal y el Diablo. En «El niño judío» es la Virgen quien salva al joven del fuego. Esto puede interpretarse como un acto de salvación mariana de las llamas del Infierno, viendo al padre del chico como el mismísimo Satán. Pero recordemos que en «La iglesia profanada» es la Virgen quien hace sufrir a los protagonistas con una tortura que ''quema''. Puede que Berceo haya maquillado pues la percepción que nos puede transmitir aquí que la Virgen ejerza de Demonio, aunque, claro está, utiliza ese poder ''maligno'' para que los caballeros confiesen y pidan perdón (todo sea por el bien). La influencia del Demonio y las fuerzas del mal se pueden también ver en el LDBA en forma de enseñanza, ya que el Arcipreste insiste bastante en los pecados y todas las consecuencias negativas que traen.

A la hora de la lectura, las dos obras tienen recursos para que la lectura sea amena: el LDBA utiliza un lenguaje menos complejo que los Milagros, y ésta destaca estructuralmente por la brevedad de las historias. Además, en los Milagros la estructura del contenido siempre es la misma: un devoto mariano, casi siempre clérigo, comete un pecado y la Virgen, en recompensa a su devoción, lo ayuda. Vemos temas muy interesantes, como el antisemitismo de Berceo y la influencia propagandística con la que quiso impregnar sus composiciones. En el LDBA, Juan Ruiz nos cuenta fábulas diversas y ejemplos diferentes, con protagonistas varios. Pero como antes he dicho, el humor y la ''autoimportancia'' que se da el Arcipreste al escribir su obra lo dejan a unos pocos años luz de la gran maestría de Berceo.

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