He de decir que la
primera vez que tuve en mis manos Los milagros de Nuestra Señora pensé
que leerlo me iba a suponer un reto bastante difícil, debido a mi crítica
posición con la religión. Aún así, a medida que iba leyendo los milagros, me
iba fascinando cada vez más la forma tan compleja y culta en la que Berceo
escribía la obra. Está claro que tenemos que marcar la diferencia con El
libro del buen amor, ya que Juan Ruiz nos presenta una serie de episodios
de diversos temas contados de una manera, unas veces desesperada, y otras veces
satírica. Sin duda, mi elección se decanta por Los milagros, una obra
que gracias a su estructura hilvanada supera en creces a la obra de Juan Ruiz.
Me ha llamado
especialmente la atención la figura mediadora en las dos obras, que, a pesar de
ser dos mujeres distintas, las dos muestran una clara misión: solucionar el
problema de aquél que lo necesita. En los Milagros, nos encontramos a una
Virgen superior a nosotros e inferior a Dios, lo que la hace mucho más humana.
Vemos que incluso muestra celos cuando se va a celebrar la boda de uno de sus
fieles en «La boda y la virgen». También la vemos en «De cómmo una abadessa fue
preñada» ayudando a una monja que acaba de dar a luz y no quiere que las demás
monjas se enteren de lo sucedido, mandando a un ángel que lleva al niño con un
ermitaño. Mi interpretación de esto es que, santidad mariana aparte, la Virgen
ayuda a la abadesa porque ella también sabe lo que significa ser madre, por lo
que la identificación humana se acentúa. A pesar de esto, la Virgen ayuda a sus
fieles, algunas veces solicitando también la ayuda de su hijo y otras veces
directamente. La otra figura mediadora la encontramos en la obra del
Arcipreste. Trotaconventos supone un personaje importantísimo en la literatura
medieval, ya que podríamos considerarla como la ''tatarabuela'' de la
Celestina, la célebre alcahueta de Fernando de Rojas. Sin embargo, y a pesar de la clase social baja, la hechicería y la alcahuetería son características
comunes de las dos, existen ciertas diferencias: mientras que Celestina es uno
de los personajes principales de la obra de Rojas, en el Libro de Buen Amor
doña Urraca tiene un protagonismo menos importante para el transcurso de la
obra. Además, Celestina utiliza su verbo para persuadir a sus clientes y
manipularlos, sintiéndose orgullosa de su personalidad y su oficio. Aunque la
Trotaconventos también se siente orgullosa de su oficio, quizá sea más ''buena
persona'' al tener cuidado con lo que habla. Podemos pues, establecer una
diferencia entre los dos personajes femeninos de las dos obras aquí reseñadas:
mientras que la Virgen en los Milagros interfiere en la vida de sus
fieles porque ellos la aman, Trotaconventos interfiere en la vida del
Arcipreste para evitarle el desamor. Aunque tanto desamor le lleva a pensar que
el único ''buen amor'' es el amor a Dios, por lo que aquí las dos obras se
relacionan: el amor espiritual es, por lo tanto, el único válido (todas las
cosas llevan a Dios).
En los Milagros
observé que hay muchos elementos de fantasía, cosa que hoy en día puede creerse
o no, ya que estoy hablando de ángeles, demonios...Sin embargo, la fantasía en
el LDBA se plantea mediante fábulas. Una persona puede creer que en la vida
real que los ángeles y los demonios existen, pero nunca llegará a creer que un
animal habla o que alguna vez existió una batalla entre don Carnal y doña
Cuaresma, cada uno con su ejército de animales bien entrados en carne y
vegetales, respectivamente. Vemos que Berceo juega con el significado del
fuego, ya que en la obra representa el mal y el Diablo. En «El niño judío» es
la Virgen quien salva al joven del fuego. Esto puede interpretarse como un acto
de salvación mariana de las llamas del Infierno, viendo al padre del chico como
el mismísimo Satán. Pero recordemos que en «La iglesia profanada» es la Virgen
quien hace sufrir a los protagonistas con una tortura que ''quema''. Puede que
Berceo haya maquillado pues la percepción que nos puede transmitir aquí que la
Virgen ejerza de Demonio, aunque, claro está, utiliza ese poder ''maligno''
para que los caballeros confiesen y pidan perdón (todo sea por el bien). La
influencia del Demonio y las fuerzas del mal se pueden también ver en el LDBA
en forma de enseñanza, ya que el Arcipreste insiste bastante en los pecados y
todas las consecuencias negativas que traen.
A la hora de la
lectura, las dos obras tienen recursos para que la lectura sea amena: el LDBA
utiliza un lenguaje menos complejo que los Milagros, y ésta destaca
estructuralmente por la brevedad de las historias. Además, en los Milagros
la estructura del contenido siempre es la misma: un devoto mariano, casi
siempre clérigo, comete un pecado y la Virgen, en recompensa a su devoción, lo
ayuda. Vemos temas muy interesantes, como el antisemitismo de Berceo y la
influencia propagandística con la que quiso impregnar sus composiciones. En el
LDBA, Juan Ruiz nos cuenta fábulas diversas y ejemplos diferentes, con
protagonistas varios. Pero como antes he dicho, el humor y la
''autoimportancia'' que se da el Arcipreste al escribir su obra lo dejan a unos
pocos años luz de la gran maestría de Berceo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario